sábado, noviembre 01, 2008

¿De qué libertad hablamos?

Cada vez que uno habla con personas políticamente conservadoras, estas suelen rechazar tal calificativo para envolverse en la bandera de la defensa de las libertades. Me resulta extremadamente molesto viniendo de gente que es incapaz de asumir por ejemplo que cada cual sea libre de vivir su sexualidad a su manera y que pretende imponer sus criterios morales a los demás. Hace unos días leí a un compañero de Ciudadanos que planteaba la siguiente pregunta:

¿De que libertad estás hablando? ¿De la libertad de un empresario de despedir a una trabajadora cuyo embarazo teme que vaya a afectar a su productividad, o de la libertad de la trabajadora a tener hijos sin que la echen de su trabajo?

Se me antoja que cuando hablamos de libertades cada uno parece referirse a una cosa diferente. Tendríamos en primer lugar las libertades individuales de verdad, aquellas en las que tus actos no afectan a terceros y en las que difícilmente se puede justificar la intromisión de los demás, la libertad religiosa, de expresión, sexual, de movimiento, etc. Se pongan como se pongan, la defensa de las libertades individuales ha sido en España patrimonio tradicional de la izquierda frente a la pasividad o la oposición de una derecha que siempre ha estado demasiado lastrada por sus vínculos con los sectores de la iglesia más tradicionales.

En segundo lugar estarían las libertades en asuntos sociales, tales como la libertad de comercio, de contratación o de usar y disfrutar de bienes y recursos. En estos casos la libertad de unos choca siempre con los derechos de los demás, y la actuación de los poderes públicos resulta fundamental para evitar las posiciones de dominio. La pretensión de algunos de que no se intervenga en el mercado disfraza de liberalismo lo que en realidad no es más que la defensa de los privilegios de aquellos que por tener riqueza son los únicos que pueden disfrutar de auténtica libertad.

Existen por último algunos que pretenden la existencia de derechos y libertades no ligadas a los individuos, sino a naciones, lenguas, religiones, culturas o costumbres. En un giro bastante llamativo justifican por ejemplo el aplastar las libertades individuales en su defensa de las libertades de los pueblos, siendo ellos por supuesto los únicos interpretadores de la voluntad de un colectivo de los que se han otorgado la portavocía.

En resumidas cuentas, demasiada confusión, y ya dice el dicho que a río revuelto ganancia de pescadores. ¿Verdad señora Aguirre?

3 comentarios:

Daniel Perales dijo...

Magnífico compañero Girondo.
No puedo estar más de acuerdo.

SixTarta dijo...

Mi admiración y respeto para Esperanza Aguirre, azote de progres.

Anónimo dijo...

Pues yo no estoy de acuerdo.
Que la izquierda haya sido más combativa en la reclamacion de algunos derechos (otros hicieron bien en preservar algunos principios éticos básicos) no le da ni la razón ni la exclusividad ni la bula.