viernes, octubre 02, 2009

El PIB y el bienestar

Dentro de la tormenta de ideas en la que se mueve los sectores más críticos de la izquierda, quisiera destacar el cuestionamiento que se está haciendo de los criterios para medir la prosperidad de los países.

Si preguntamos a nuestro alrededor por una medida de la salud de nuestra economía, casi todo el mundo mencionaría el crecimiento del PIB. Siendo un indicador macroeconómico cuya composición poca gente conoce, es aceptado por parte del gran público como indicador del éxito de las medidas económicas; sin embargo existe poca lógica que justifique esa asumpción generalizada como medidor del bienestar.

El PIB que se define en Wikipedia como el valor monetario total de la producción corriente de bienes y servicios de un país durante un período, presenta carencias muy evidentes como indicador tanto de prosperidad económica como sobre todo de bienestar:

  • No es una medida per-capita. El crecimiento del PIB puede suceder ligado a un incremento similar de población (como ha ocurrido recientemente en España), de forma que la Renta per Cápita sería un indicador mucho más adecuado de si mejoramos nuestra situación individual.
  • El PIB no tiene en cuenta bienes y servicios no comercializados como el trabajo doméstico o la autoproducción. Si la persona que cuida de un anciano en el seno familiar es sustituida por una institución pagada, dicha trabajo aparecería ahora como un aumento del PIB sin que en realidad se produzca ningún servicio nuevo.
  • El PIB no computa lo que no se mide en términos económicos. Si en un paraje natural pones una fábrica imposibilitando su disfrute como lugar de ocio, esa pérdida de bienestar no computará a la baja frente al aumento de producción de la fábrica.
  • El PIB tampoco computa la pérdida de recursos naturales limitados, su crecimiento se realiza en buena medida a costa de hipotecar la actividad futura.
  • Muchas de las actividades medidas resultan de hecho negativas para el bienestar. En el caso anterior del anciano y su cuidador, la sustitución se produciría a costa de un menor bienestar del anciano. La pérdida de afecto no se computa.
  • La medición se hace según el valor monetario de los servicios producidos, y no en función de la satisfacción que produce su uso. Si como resultado de movimientos especulativos el precio de los alimentos se multiplica por dos es muy probable que el consumo se reduzca aunque aumente el valor monetario de los alimentos consumidos. Un descenso en la satisfacción de una necesidad se reflejaría como un aumento del PIB.

Este último punto es extremadamente interesante porque nos acerca al PIB como un medidor del consumismo más vacío. La fabricación de productos de calidad que permitan su uso duradero resulta en realidad contraproducente para el PIB. No se mide el confort que da un abrigo para mantenerse caliente, sino el número de abrigos que compras y tiras. Cuanto peor sea el abrigo mejor para el PIB y peor para mi bienestar.

Siendo por tanto el crecimiento del PIB un medidor tan incorrecto de la evolución del bienestar de la sociedad, y siendo estas limitaciones perfectamente conocidas, resulta absurdo se insista en su consideración como tal por parte de la propaganda oficial. Una vez más estamos ante un gran engaño sobre el que se construye la asumpción de políticas económicas que benefician a quienes controlan los resortes del poder.

Leía estos días un artículo en que se hacía referencia a este tema en Rebelíon, bajo el título de Porqué la patronal está equivocada. Lo destaco porque da un dato que yo no conocía y que es bastante revelador:
En realidad, si la población activa en la mayoría de países de la UE fuera tan elevada como en EEUU y el número de horas trabajadas por año en la UE fuera semejante al de EEUU, el PIB por habitante en la UE sería muy superior al de EEUU. El problema, pues, no es tanto la productividad, sino la participación de la fuerza laboral.
Así pues nuestra renta por hora trabajada en Europa en un entorno algo menos liberal que el de EEUU resulta superior, lo que contradice los dogmas de los beneficios de la no intervención pública en la economía. Que este dato se omita no puede ser, como casi nada, casual.

Dado que los defectos del crecimiento del PIB como medida del bienestar resultan tan obvios, existen indicadores alternativos que corrigen alguno de sus defectos: el Índice de bienestar económico sostenible que incluye elementos no cuantificados en el PIB como el trabajo no remunerado, el PIB verde que contempla el uso de recursos no renovables, y el Índice de desarrollo humano que introduce elementos como el nivel educativo y la esperanza de vida en su cálculo. No son nuevos, por poner un ejemplo el IDH que prepara la ONU data de 1990, pero sus datos no son tan publicitados, seguramente porque su análisis resulta contradictorio con la propaganda oficial. A algunos les puede resultar sorprendente que:
  • Cuba entre los países altos, en el séptimo lugar en el continente americano, y el segundo por detrás de Barbados en el area de Centroamérica y Caribe (incluido México)
  • Estados Unidos queda por debajo de casi toda Europa y justo por delante de España en el ranking.
  • Que el próspero y modélico Reino Unido está a la cola de Europa, por detrás de tres de los despectivamente denominados "PIGS" (Portugal, Italia, Grecia y España).
  • Que Libia es el único país de áfrica con un índice superior al 0,80.
  • Que entre 2005 y 2006 (últimos datos disponibles) y en plena fase de crecimiento, entre los 30 primeros solo reducen su índice 4 paises, entre ellos EEUU y Reino Unido.
Si bien ninguno de estos indicadores nos acerca del todo a medir el bienestar, es indudable que pueden resultar mucho más útiles que lo que actualmente tomamos como vara de medir. El asunto no es menor, y debemos dar la batalla en este ámbito como elemento fundamental para ayudar al necesario cambio de sisteam.

5 comentarios:

Anónimo dijo...
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