domingo, septiembre 26, 2010

Once minutos para la huelga general

A pocos días de la huelga. Mi entorno.

Llegué a mi casa con mi propaganda de CCOO. Mi hijo mayor me pregunta, su profesora de Educación para la Ciudadanía les ha dicho que ella no piensa hacer huelga, que no está justificada. Le explico mi punto de vista y le digo que si quiere puede coger uno de los folletos que llevo y dárselo a su profesora de mi parte. En cualquier caso puede irle contando que él no va a ir a clase ese día porque yo así lo he decidido. Me pregunto que tipo de mentecatos están educando a mis hijos.

Mi hijo se interesa cuando le digo que él está convocado también a hacer huelga. Le digo que hay un Sindicato de Estudiantes que la convoca también. Entramos en su página web y encuentra un enlace que habla de como inscribir al sindicato en su instituto. No le animo, tiene 13 años y no está listo para ese lío, entre otras cosas porque no tiene aún opiniones políticas propias, opina lo que ve que yo opino. El caso es que a estas alturas ya sabe más de la huelga y sus porqués que el 95% de nuestros conciudadanos.

Mi mujer me sorprende cuando a su vez se sorprende de que no deje que los niños vayan ese día al colegio. La tengo que presionar para que posponga una cita con el oculista para mi hijo el pequeño dado que coincide con el día de la huelga. Refunfuña aunque sabe que tengo razón, pero me llama la atención que hayamos tenido necesidad de tener esa conversación.

El viernes ceno con unos amigos y el sábado con otros. En ambos casos me encuentro gente bastante de izquierdas que dicen que no van a seguir la huelga porque están muy cabreados con los sindicatos. Me pongo absolutamente serio en los dos casos y les acuso de protestar y no hacer nada. Es una tónica general que me resulta indignante y ante la que respondo de forma airada en todos los casos, lo siento si les ofendo.

El sábado por la noche, tras irse nuestros amigos, salgo a buzonear y pegar los carteles y pegatinas que recogí en el sindicato. Mi hijo quiere ayudarme, empezamos a la una y acabamos a las 4. Hace frío esta noche, al volver nos calentamos un cola-cao y le doy las gracias, tenemos las manos heladas. Por la mañana todos los carteles siguen ahí. Lo que cada uno podemos hacer es poco, pero yo por lo menos soy incapaz de quedarme sentado mientras los demás hacen el trabajo por mí. Creo que esta es una lección que mi hijo está aprendiendo y que no se lo van a dar sus profesores (no al menos la meapilas de la profesora de Educación para la Ciudadanía).

A pocos días de la huelga. Sindicatos y piquetes.

El mismo día que convierto mi huelga en vacaciones me paso por la central de CCOO en Madrid. Hace unos días he pedido mi afiliación al sindicato, es mi forma modesta de indicarles que el camino de la huelga es el que esperaba de ellos. Si en mi empresa conocen de sobra mis ideas políticas, el hecho de que me he afiliado a CCOO lo mantendré mucho más discretamente, sería mi suicidio laboral.

Mi objetivo al entrar por primera vez en mi vida en la sede de un sindicato es doble. Por un lado quiero carteles de la huelga para poner en mi coche el día 29 y que no se me confunda cuando vaya de camino a Madrid a participar en la manifestación. Por otro lado quiero participar en alguno de los piquetes que se formen ese día, y no tengo ni idea de como hacerlo.

Si a Julia no le ha gustado mucho toda la historia de como han visto mis superiores mi adhesión a la huelga, lo de los piquetes le tiene un poco de los nervios. No quiere verme metido en líos, tiene miedo. Mi mujer pertenece a una familia en la que las posturas políticas se vieron marcadas por la persecución que tuvo su abuelo paterno tras la guerra civil por haber tomado parte en un sindicato. De izquierdas (a su manera), votante de IU, mi suegro les ha educado en el no levantar la voz ni hacer ruido. El terror del franquismo interiorizado en varias generaciones de españoles. Mi mujer se queja, pero ambos sabemos que hago lo que debo hacer, y creo que en el fondo no le gustaría que actuara diferente.

En CCOO me mandan a Comfia, la federación de oficinas y despachos. Cuando digo que quiero participar en un piquete la chica que está en el mostrador de la entrada no parece saber como se hace esto. Llama a otra persona que me indica que hablarán del tema el viernes y me toma el teléfono en un trozo de papel. Estoy en la central del sindicato mayoritario de España y parece que los voluntarios a ser piquetes no se cuentan por cientos. Así están las cosas.

De mi visita salgo con pegatinas y algunos carteles que pegaré por mi urbanización, y algunos dípticos que pienso buzonear. Es domingo y no me han llamado aún para lo del piquete. Igual me tengo que volver a pasar mañana por allí.

A pocos días de la huelga. Mi empresa y yo.

Me llama mi antiguo jefe desde nuestra central. La jefa de recursos humanos en Europa le ha pedido que me haga entrar en razón, a estas alturas el único que ha indicado que va a seguir la huelga en la oficina de Madrid es el que en pocos días será flamantemente ascendido a subdirector con el apoyo de ambos.

Mi jefe me conoce, de derechas de toda la vida, pero persona que respeta a la gente de principios, se le ve incómodo teniéndome que pedir que renuncie a la huelga. De hecho no se atreve a pedirme que vaya a trabajar, simplemente que me coja el día de vacaciones de forma que no quede constancia de cara a sus jefes que apoyan a un izquierdista confeso con ramalazos sindicalistas. Mi huelga no es hacia mi empresa que mantiene unas condiciones laborales y salariales excelentes hacia todos sus empleados (aún más en mi caso). Acepto porque entre mis principios está también el ser agradecido con quienes me han apoyado.

Un días después el tema me sigue preocupando. Hablo con la encargada de recursos humanos en Madrid y le pregunto sinceramente si va a haber consecuencias con quienes sigan la huelga. Me deja caer muy "off.the.record" que los que la sigan se pueden olvidar de subidas salariales o ascensos en el futuro próximo. Mi ascenso ya está firmado, ahora pienso que la llamada del día anterior se debió a que este ya no tenía marcha atrás, si no hubieran quizás optado por ponerme en la lista negra sin más. Dado que he hecho bastante proselitismo en favor de la huelga en la empresa decido que lo menos que puedo hacer es hacer ver a mis compañeros cuales son las consecuencias de seguir el paro, no quiero que nadie siga un ejemplo que yo mismo no he seguido. Así se lo explico a mi equipo, a los que en broma días atrás había dicho "el que venga a la oficina el día de la huelga que no se moleste en venir el siguiente".

Todo esto no me deja ningún buen sabor de boca. ¿He renunciado a mis principios por hacer el favor que me han pedido, o por pura cobardía de quien tiene hijos e hipoteca? Quiero creer que no, pero soy demasiado crítico conmigo mismo como para creerlo sin más. Me digo que da igual, que yo no trabajaré ese día y que eso es lo importante. No me lo creo pero lo que si se es que el tema ha quedado archivado en mi expediente. Me queda como pequeño y extraño consuelo.

Mi empresa es un buen sitio para trabajar, pero tiene un director de recursos humanos del que prefiero no hablar y que parece anteponer sus ideas políticas reaccionarias al interés de la empresa. Por su comportamiento parecería español. Es italiano, primos hermanos.

Como ese día con mi hermano que parece abrir los ojos a la coacción permanente que las empresa aplican a sus trabajadores. Se muestra convencido de que los piquetes, incluso violentos, no solo son justificados, sino que son necesarios. De eso hablo mañana.

sábado, septiembre 18, 2010

Los porqué de no hacer huelga

Mucho hablamos de los motivos para adherirse a la huelga general del próximo día 29, sin embargo se habla menos de los motivos para no hacerlo. Por lo que veo y oigo a mi alrededor se me ocurre unas serie de posible motivos/excusas para el sin duda numeroso grupo de esquiroles que el día de la huelga irán a trabajar como campeones:
  1. Si hago huelga me la juego con mis jefes. El miedo es libre, los jefes cabrones abundan y las relaciones laborales son de todo menos equilibradas. No se puede culpar a nadie, pero hay que ser conscientes de que sin resistencia a la regresión en materia laboral el futuro es aún más negro. Esa excusa no sirve para no ira a la manifestación posterior, espero verte allí.
  2. No me puedo permitir perder un día de salario. Por muy apurado que estés la excusa no cuela. No se trata de una huelga indefinida, sino de un puñetero día. Eres un jeta que te apuntas a una excusa cualquiera y que pretendes beneficiarte del esfuerzo y sacrificio de los demás.
  3. No sé ni de que va la huelga, yo paso de esas cosas: Hay que ser estúpido, te están robando y ni te enteras ni te quieres enterar. Encima lo dirá el tío con todo su orgullo, tonto y presumiendo.
  4. Las medidas no son tan graves, no creo que haya motivos para una huelga:Las medidas son gravísimas. Lee un poco y entérate, porque están atacando a tus derechos como nunca se había hecho.
  5. Estoy contra los sindicatos y no pienso apoyarles: Estas sin duda despistado. La huelga no es para conseguir nada para los sindicatos, sino para luchar por tus derechos. Son los sindicatos los que están apoyándote en una lucha que es tuya como trabajador.
  6. Esta huelga beneficia a la derecha: Sin duda, no hay nada más que ver como la apoya La Razón y el ABC. Despierta, la derecha es la que nos gobierna, unas medidas como las incluidas en la reforma laboral no se hubiera atrevido el PP a ponerlas en marcha.
  7. Las medidas no me gustan, pero no había alternativa: Tu resignación y espíritu de sacrificio es digna de elogio. De los motivos citados hasta ahora es el único decente y digno. Si fuera dirigente me encantaría que todos mis subordinados fueran tan dóciles y bien mandados como tu. Es una pena que no dediques tu sumisión a causas más dignas, porque como siempre, hay alternativas.
  8. Estoy a favor de las reformas: Lógico si eres empresario, a ti no se te convoca a la huelga. En caso contrario es que eres de los que consideras que los empresarios tienen que ser protegidos porque son los que crean trabajo, y los trabajadores deberían estar agradecidos de que les acepten en ellos. Un tío de derechas bien bragado. Sin duda tu deber está con los tuyos y tu presencia en tu puesto de trabajo es inexcusable.
Seguro que hay alguna más. Sírvase en cualquier caso usted mismo si necesita tener una a mano para dársela a sus compañeros si le preguntan porqué es un esquirol.

sábado, septiembre 11, 2010

Y ahora a por las pensiones

Completada la reforma del mercado de trabajo, le llega el turno a la reforma de las pensiones. Aunque de momento no se ha concretado nada se habla sobre todo de tres medidas
  • Retraso de la edad de jubilación de 65 a 67 años.
  • Ampliación del plazo de cómputo para el cálculo de la prestación de 15 a 25 años.
  • Ampliación del plazo mínimo para tener derecho a prestación de 15 a 20 años
¿Que supone esto en la práctica? Pues por ejemplo
  • La esperanza de vida en España para gente de 65 años es en la actualidad de 20 años. Un retraso de 2 años en la edad de jubilación supone una disminución efectiva de un 10% del importe total de la pensión. La CEOE reclama el retraso hasta los 70 años.
  • Dado que cuanto menores son los ingresos, menor es la esperanza de vida, este porcentaje de reducción será significativamente mayor para la gente con ingresos menores.
  • Ampliar el plazo de cómputo de las pensiones supone en la práctica su rebaja, dado que la gente cobra más los últimos años de su vida laboral. Se estima que ampliar de 15 a 25 años dicho cómputo supondrá una rebaja efectiva de entre el 5 y el 10% en el importe de la pensión a cobrar. La CEOE pretende que el plazo de cómputo se amplie a toda la vida laboral.
  • La media de años cotizados por los jubilados es de entre 30 y 35. Aumentando en dos años más la obligación de cotizar se aumenta la vida laboral en un 6%. Se cotizará más para cobrar menos.
  • Ampliar el plazo mínimo para tener derecho a prestación de 15 a 20 años excluye del derecho a la pensión contributiva a un importante porcentaje de gente. Los afectados pierden inmediatamente un mínimo del 50% de la prestación. Esto afecta en mucha mayor medida a las mujeres, cuya cotización media a la seguridad social apenas pasa de los 20 años en la actualidad.
Es de suponer que nuestros gobernantes tomen nota de nuestra reacción o falta de ella ante los recortes sociales ya efectuados a la hora de plantearse el alcance de estas nuevas reformas. De lo que pase durante la huelga general del día 29 de Septiembre depende en buena medida el futuro de nuestras pensiones. Que cada cual decida lo que debe hacer.