domingo, diciembre 19, 2010

Pasividad y esperanza.

Estamos, dicen, en tiempos de retroceso de la izquierda. Ante la crisis, la derecha más dura toma el poder en toda Europa mientras los señores de los negocios y las finanzas van más allá de lo que tan solo hace meses se hubieran atrevido; y todo ante la mirada pasiva e inerme de una ciudadanía apática. Leo comentarios en la red de compañeros de IU decepcionados ante la falta de movilización de la gente. Nos preguntamos como es posible que con lo que está cayendo siga sin pasar nada.

Será mi optimismo congénito, pero yo sin embargo veo señales de cambio allá donde miro:

Veo tras los ataques al estado del bienestar la desesperación de unas élites que intentan proteger sus privilegios de forma angustiosa. Acapararon y nos prestaron lo acaparado para que pudieramos subsistir hasta crear una burbuja de crédito que no podía crecer indefinidamente. Agotada nuestra capacidad fueron a por el dinero del estado al que tratan de exprimir a nuestra costa. El juego se acaba y la incapacidad de las élites económicas de ofrecer algo diferente no augura nada bueno. Si a todo ello se le une la crisis energética y ecológica los nubarrones se oscurecen cada vez más.

Caen los gobiernos "socialdemócratas". Donde algunos ven la caída de una linea mínima de resistencia a la derecha pura y dura, yo veo la caida de un espejismo que ha servido para mantener las apariencias. La caida de una piedra angular del sistema que puede ayudar a que la gente despierte a la realidad que nos rodea.

No se corrigen 30 o 40 años de lavado de cerebro de la noche a la mañana. Muchos de nuestros conciudadanos parecen haber asimilado los mensajes del sistema hasta un punto irremediable. Pero los cambios no los ponen nunca en marcha las mayorías, sino una minoría que consigue ver más allá. Y mirando a nuestro alrededor encuentro ideas bullendo por todas partes. En todo el mundo viejas teorías se redescubren y se mezclan con esbozos de ideas nuevas. De entre todas puede surgir alguna que encontrarán un entorno propicio para crecer.

El capitalismo neoliberal ha perdido toda capacidad de seducción y todo prestigio. Se le soporta entre la indiferencia y la indignación. A nosotros nos toca ayudar en el proceso de hacerlo caer y a que lo sustituya algo mejor.

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