miércoles, noviembre 09, 2011

Habrá que vomitar todo el neoliberalismo ingerido.

Es un simil que me viene a la cabeza según leo un interesante artículo de los que uno suele encontrar en Rebelión (¿Donde está la izquierda en esta tormenta económica?). Aprovecho para recomendar a todo el que pase por este blog que visite asiduamente su página como fuente de información y opinión alternativa.

El otro día acompañaba a mi hijo mientras sufría las nausas derivadas de su leve gastroenteritis (o quizás de una simple indigestión). Abrazado al inodoro me decía que no quería vomitar, y yo le explicaba que una vez que el estómago se ha cerrado, el cuerpo iba a hacer todo lo posible para expulsar aquello que ya no podía digerir. Le explicaba que aunque el vómito no es precisamente un proceso agradable, era un paso necesario para encontrarse mejor, y que retrasándolo tan solo prolongaría su malestar para llegar al mismo inevitable final. Una vez que este se produjo pudimos ambos salir de cuarto de baño y pudo él encontrarse mejor para volver a sus juegos.

Leyendo el artículo de Rebelión, me doy cuenta del paralelismo que tiene el sufrimiento de mi hijo con el sufrimiento económico que todos estamos pasando. Durante 30 años, los ideologos del sistema nos han recetado una dieta económica alta en neoliberalismo económico que hemos ingerido sin rechistar. Y lo hemos hecho porque a corto plazo resultaba gratificante para todos, los poderosos se forraban y nos dejaban disfrutar de un crédito barato que nos hacía disfrutar de esas vacaciones, o de ese coche nuevo a cargo de un endeudamiento que parecía no tener límite. Algunos economistas de izquierdas actuaron como Pepito Grillo, alertando de lo insostenible del proceso en el que entrábamos. Obviamente era inutil, ¿quién quería escuchar al aguafiestas de turno con lo bien que nos lo estábamos pasando?

En 2008 se nos hizo a todos evidentes que estábamos enfermos, nuestro sistema no puede ya digerir el empacho de medidas económicas nocivas. Tras un primer susto, nuestros ideologos al mando nos recetaron una manzanilla y un poco de dieta en forma de gasto público con la esperanza de poder volver a nuestra dieta habitual tras una indisposición pasajera. Sin embargo una vez que se hace evidente que el remedio no nos cura, los más radicales toman el mando y deciden que nuestro problema se cura con una dosis doble de medidas neoliberales, la receta se ha aplicado con absoluto celo en Grecia. Lo único bueno del tratamiento es que tiene pinta de que va a acabar de destruir el prestigio de los curanderos a cargo, y el error empieza a ser admitido públicamente hasta en los medios del sistema. El paciente ya no dá más de si, hay un límite al sufrimiento que hasta los más necios podemos aguantar, y todo parece indicar que los griegos están relativamente cerca de alcanzarlo.

Como mi hijo el otro día, Grecia, y los demás, no vamos a tener más remedio que expulsar todo lo que nos han hecho tragar si queremos encontrarnos mejor, y será penoso, porque han sido muchos años y muchas medidas nocivas. Son reformas fiscales que han beneficiado a las rentas de capital, son desregulaciones laborales que han desprotegido a los trabajadores y multiplicado la inseguridad econónica, son desregularizaciónes de los sistemas financieros que han provocado la especulación, son privatizaciones de sectores básicos que no pueden estar al servicio del beneficio de algunos, son medidas de desarme arancelario que han provocado el desmantelamiento de nuestros sectores productivos, son políticas monetarias puestas al servicio de garantizar la protección de las riquezas acumuladas por parte de unos pocos. Y desmantelarlo no va a ser facil, puesto que forman un entramado interrelacionado de legislaciones, tratados y organismos nacionales, europeas y supranacionales que se sustentan unas sobre otras, lo que hace imposible eliminarlas poco a poco. Lo han ido atando todo de forma que me temo que su expulsión tendrá que ser en forma de un vómito violento y súbito. Habrá que sufrir contando además con la resistencia no pacífica de aquellos que se beneficiaron y que no van a querer renunciar a lo conseguido en estos años.

En España andamos todavía en una fase de malestar no tan agudo, pero nos queda poco. Lamentablemente, ante la evidencia de que las medidas paliativas no nos curan, todo parece indicar que en lugar de tomar el dificil camino de la purga, nuestros compatriotas están dispuestos a dar plenos poderes durante cuatro años a los charlatanes recetadores del veneno neoliberal, con la esperanza de volver a los días de vino y rosas. El cuerpo dudo que no nos vaya a dar para aguantar tanto, pero nuestra estupidez nos garantiza que el proceso de limpieza llegue de forma más tardía y violenta, porque no creo que aquellos a los que les vamos a dar plenos poderes ahora, acepten su equivocación o renuncien a los mismos facilmente.

Como mi hijo el otro día, nos resistimos a pasar el mal trago de vomitarlo todo. Pero habrá que hacerlo queramos o no, y cuanto más esperemos más alargaremos nuestro sufrimiento actual.

No hay comentarios: