Esta mañana me encuentro con un conocido con el que la conversación me lleva al tema de la situación político-económica y las negociaciones sindicales con el gobierno y los empresarios en pos del enésimo recorte. Me muestra su desacuerdo con mis duras críticas a los sindicatos cuyas negociaciones nos llevan a un lento desangrarnos de recortes y cesiones. Me acusa de querer unos sindicatos del siglo XIX, y me argumenta que dada el poco apoyo que tienen, si fueran más combativos el resultado sería peor. Cuando nos despedimos me quedo pensando que efectivamente la acusación es cierta, pero es igualmente cierto que mi pretensión de cambiar el modelo sindical está más que justificada. Fueron esos antiguos sindicatos combativos y con la huelga como base de la lucha los que consiguieron todos los avances sociales que los sindicatos actuales de moqueta y reunión con ministro van perdiendo pedazo a pedazo.
En realidad nuestras
élites sindicales parecen haber interiorizado un tremendo cambio de visión de
las reglas del juego. Donde los sindicatos de hace un siglo veían un conflicto
con unos enemigos de clase que mantienen intereses contrapuestos con los de los
trabajadores, los sindicatos de hoy parecen ver a compañeros de negociación en
busca de un bien comun. Tanta apelación a la responsabilidad de los trabajadores
me produce hartazgo, especialmente cuando viene de los que deberían defendernos
con uñas y dientes. Es lo malo de abandonar la ideología, sin cuyo referente
nuestros sindicatos han olvidado lo que son y lo que somos, han olvidado que
esto es un conflicto encarnizado donde tenemos enfrente a nuestros enemigos, y
que no están ahí para defiender los intereses de España, o de los españoles,
sino de los trabajadores.
No quiero por otra
parte centrar mi crítica una vez más en los sindicatos, porque tengo claro que
ese mismo mal nos rodea en todos los ámbitos politico-sociales.
Donde yo
veo una banca usurera que parasita y engorda a costa del esfuerzo de sus
trabajadores-clientes, a los que expropian de sus ahorros invertidos en forma de
vivienda, una banca que no duda en chupar del Estado cuando necesitan protección
contra las pérdidas de sus otrora lucrativos negocios, otros parecen ver
altruistas entidades que cumplen con una importante labor social de canalizar el
ahorro para generar crédito. Donde yo veo pequeños burgueses con
negocios basados en la explotación de los empleados, otros parecen ver
emprendedores que dejan caer el maná en forma de empleo a aquellos que siendo
más torpes y menos preparados reciben la caridad de un puesto de trabajo. Donde
algunos ven en las multinacionales patrias a orgullosos ejemplos de nuestra
capacidad empresarial, que pasean por el mundo la marca de España a la vez que
las de sus empresas, yo veo compañías que deslocalizan empleos en busca de mano
de obra aún más esclavizada que la nuestra, y que exprimen mercados ajenos
mediante las mismas tacticas, muchas veces turbias, con el objeto de que
se forren aún más los que todo lo quieren. Donde algunos aplauden aliviados la
subida de la bolsa, yo veo el índice que indica el éxito de los especuladores en
unas actividades que debían ser calificadas de delito.
Y puedo seguir casi
sin límite. Donde otros ven a los votantes de la derecha como gente que
defiende otros puntos de vista políticos, tan respetables como el mío, yo veo
a cooperadores necesarios en un sistema injusto y criminal, movidos en el mejor
de los casos por la ignorancia, y en el peor por el egoismo. Donde otros ven
libertad de credo, yo veo pasividad ante sectas tan destructivas para la
libertad personal como es la iglesia católica, responables de crímenes difíciles
de cuantificar y enemigas del progreso de la humanidad. Donde otros ven a un
gobierno y unos políticos que representan la soberanía del pueblo, yo veo
estafadores representantes del bipartidismo que se aprovechan de un sistema
manipulado y corrupto y lo ponen al servicio de las oligarquías que realmente
nos gobiernan. Donde unos sienten orgullo ante las heroicas victorias de
nuestros deportistas y selecciones, yo veo papanatas que aplauden ante deportes
que no conocen, cuando no deportistas cuyo patriotismo no les da para dejar de
fijar su residencia en paraisos fiscales y para no canalizar sus ingresos por medio de
empresas que les garanticen la evasión fiscal.
Resulta exasperante
mirar a tu alrededor y ver este panorama de abuso, mentira, robo, egoismo y
estupidez,.mientras la gente que te rodea asiste impasible y ciega, como si
vivieramos en mundos diferentes. Es como vivir en una pesadilla absurda de la
que parece imposible despertarse.
A modo de post
data quisiera añadir que aunque se que más
de uno que me lea considerará mis puntos de vista bastante intolerantes, yo no
puedo estar menos de acuerdo. No creo que quepa una demostración mayor
de paciencia y tolerancia que la mía, al defender pacíficamente mis ideas
despues de tener una visión del entorno tan indignante y exasperante como la que
yo tengo.
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