sábado, marzo 10, 2012

¿Porqué dejamos que nos expolien? (IV) Resistirse a cambiar.



Acabo con esta serie de cuatro entradas que quería dedicar a los posibles motivos de la pasividad de la gente ante la crudeza de la pérdida de derechos a la que es sometida. Si todas las anteriores tenían como nexo común la capacidad de los gestores del poder de engañar a la gente, en este caso toca hablar de algo que tiene que ver más con la capacidad de la gente de engañarse a uno mismo:

¿Porqué permitimos que nos expolien? 

Motivo IV: Resistirse a cambiar.

Si hay que personalizar la extrañeza ante la pasividad del personal al respecto de lo que está ocurriendo, habría que centrarse sobre todo en esas mayorías que se consideran a si mismas de izquierdas, que constituyen el caladero habitual de fieles votantes del PSOE, y que le proporcionan su suelo electoral en los momentos más débiles.

Cogidos uno por uno encuentras en ellos un rango similar de valores a los que podemos tener la gente del entorno de IU, defensa de una sociedad más igualitaria y libre en la que el consumismo y la competitividad despiadada no lo dicte todo. En momentos en que el PSOE extrema en el gobierno sus medidas más conservadoras, pueden llegar a criticar abiertamente a los líderes de su partido, pero al día siguiente volverán a las urnas, aunque sea sin un enorme entusiasmo, y otorgarán su apoyo a los que les han traicionado a ellos y a sus ideas.

Uno de los elementos comunes en la forma de pensar de estos miembros del PSOE es la dureza de sus críticas a IU, al PCE, o a todo lo que quede a la izquierda del partido que representan. Dicha crítica se volverá feroz si alguna vez tenemos la osadía de no regalarles nuestro apoyo en alguna votación. Entre las críticas destacará la acusación de mantener utopías irrealizables, mientras se nos mira con la condescendencia del que ya está de vuelta de todo. Condescendencia que se convertirán si hace falta en acusaciones de irresponsabilidad cuando corresponda por permitir que triunfe la derecha.

Siempre he tenido la impresión de entender bien la forma de pensar de esta gente. Me imagino a mi mismo tragando carros y carretas, aceptando medidas contrarias a mis ideas impuestas por parte de los líderes de mi partido al que sigo enganchado bajo excusas de unidad y pragmatismo, para que venga alguien ha decirme que hay otra vía posible. Si ese alguien tiiene razón, si con mi apoyo o mi silencio he permitido medidas como las que ha aprobado el PSOE de Zapatero o anteriormente el de Gonzalez, mientras había otras vías u otras alternativas, ¿en que me convierto yo? ¿En un desertor? ¿En un traidor a mis propias ideas? ¿En un colaborador en las injusticias del sistema?

Los cambios que han venido ocurriendo en nuestra sociedad en los últimos tiempos, ponen en evidencia decenios de aceptaciones y de renuncias de esas mayorías moderadas que siguieron acríticamente a sus líderes en su giro al liberalismo. Esa gente que pese a sus buenos principios colaboró en el proceso, asiste ahora anonadada a las consecuencias de todo aquello. Hace falta sin embargo un coraje que no parece demasiado extendido para confesarse a si mismo y a los demás todas las cosas en las que estaban equivocados, y todo el mal que sin duda bienintencionadamente han contribuido a generar. Y sin embargo la realidad les grita a los oidos, y yo confío en que despierten de su atonía y decidan que ya es la hora de aceptar los errores y cambiar de rumbo.

No hay comentarios: