lunes, noviembre 11, 2013

De mujeres, machos y hombres.


En los últimos meses se ha creado un grupo de "whatsapp" entre las vecinas de mi urbanización, grupo en el que Julia participa muy activamente. De hecho, a partir de este primero se ha creado un creciente número de subgrupos con distintos propósitos, pero que sirven sobre todo fantásticamente al objetivo de tejer lazos sociales entre gente suburbana tan ocupada como estamos todos. Bienvenidas sean las redes de internet, pero no es de ello de lo que quería hablar.

Como decía, el grupo al que me refiero está formado únicamente por mujeres, lo que supongo influye en el tono de las conversaciones. A mi me resulta fascinante como interactúan nuestras capaces, inteligentes, sociables, seguras de si mismas, sensatas, desinhibidas, abiertas y tranquilas mujeres. Utilizan sus grupos sobre todo para compartir información y bromear, pero van más allá, y lo mismo organizan en un santiamén una cena de navidad, que montan un "tupper-sex", o que recogen firmas para que no eliminen el autobús escolar o para quejarse al ayuntamiento y la diputación por el estado de nuestra urbanización. Se ríen de ellas mismas (y de nosotros) sin agresividad y con enorme capacidad de autocrítica, sin complejos y al menos de momento, sin malos rollos. Siento una sana envidia por la capacidad que demuestran de interactuar sana y lúdicamente y crear una pequeña sociedad basada en la colaboración de todas y una estimable capacidad de organización.

En paralelo a este auge de la actividad social, se está produciendo en el ayuntamiento de nuestro pueblo una difícil situación. Nuestro alcalde ha conseguido, en los dos años que van desde las elecciones, dinamitar su grupo municipal perdiendo el apoyo de 4 de los 5 concejales que le acompañaron en las listas del PP. El alcalde no admite que cuestionen sus decisiones y ha llevado al gobierno municipal a una situación insostenible, en la que destaca por su virulencia su conflicto con el que fue su segundo en las listas. Cada pleno, cada comisión informativa, es una exposición del intento de nuestro regidor de mantener su rol de macho alfa del grupo, demostrar que él es el que manda y que hace lo que le sale de los cojones (no se puede describir bien de una manera menos soez). En el último pleno municipal celebrado la semana pasada, asistí a como la situación se fué bastante de las manos, y el antiguo segundo del alcalde acabó enfrentándose con un provocador del público y con el único concejal que aún apoya al regidor. Empujones, insultos y amenazas de partirse la cara no faltaron, así como la clásica oferta de salir a la calle a resolver las cosas como hombres. Violencia, chulería y testosterona atávica entre gente educada en los rancios valores de la España más rural y tradicional. El contraste con la forma de interactuar de nuestras chicas es tal, que parecen pertenecer a sociedades diferentes.

No he sido nunca tan estúpido como para pensar que las mujeres son menos inteligentes o capaces que nosotros, ni tampoco miro a las mujeres que pasan a mi lado como si fueran potenciales objetivos sexuales. Sin embargo soy capaz de reirme como los demás con las típicas bromas machistas, critico a las mujeres al volante y creo en estereotipos como que los hombres somos más francos y menos retorcidos. En casa el mando de la tele está siempre en mi mesilla y cuando vamos en familia, por descontado que soy yo el que suele conducir. Mi mujer no trabaja fuera de casa, pero si lo hiciera estoy seguro que me molestaría en lo más profundo que ganara más dinero que yo. No presumo por tanto de ser de lo más avanzado del mundo en materia de feminismo, me encuentro quizás a mitad de camino entre el punto de vista machista de nuestros abuelos y el de las avanzadas sociedades escandinavas.

Desde mi posición intermedia siento que nos es difícil encontrar nuestro rol a los hombres que, sin querer parecernos a agresivos berracos como algunos de los que mencionaba anteriormente, hemos sido educados hace ya unas décadas en una sociedad menos igualitaria. Me cuesta aceptar mis debilidades ante los demás y expresar mis sentimientos, y soy demasiado competitivo como para no ver una cierta humillación en la derrota. A los hombres, la sociedad actual nos pide ahora algo bastante complicado: seguir siendo los seguros y fuertes lideres protectores del clan (tal como los modelos sociales aún dictan), pero a la vez ser sensibles y emotivos. Desde luego que yo no quiero pertenecer al grupo de los cavernarios machotes que resuelven los problemas demostrando quién la tiene más gorda, pero tampoco se espera de nosotros que nos comportemos como "nenazas", y en esta contradicción (que yo admito que vivo sin excesivo estress) creo que se desenvuelve una parte importante de mis compañeros de género. Se que muchas mujeres piensan que lo tienen todo más difícil que nosotros, y en muchos aspectos es cierto, pero siento una sana envidia ante lo naturalmente que parece encajar su forma de ser y actuar con los valores que la sociedad defiende hoy en día, mucho más civilizados y empáticos que los de los tiempos en donde el macho hispánico campaba a sus anchas.

Y aunque insisto que siempre me he sentido muy lejos del feminismo, estos días no puedo dejar de pensar en lo bueno que sería que esas mujeres del grupo de Whatsapp se hicieran cargo del gobierno de nuestro municipio, con su demostrada capacidad de diálogo, organización y colaboración. Mientras tanto algunos tenemos que intentar aprender de ellas, al tiempo que otros pueden dedicar sus energías a dirimir sus conflictos en la calle, a tortazos, como hacen los machotes de toda la vida.

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